Historia de la cortina.

- A partir de las evidencias encontradas en excavaciones en lugares como Pompeya o Herculano, mosaicos del siglo II al VI muestran cortinas suspendidas de varillas en arcos. Estos vestigios históricos evidencian que las cortinas tienen una historia casi tan larga como la de los textiles, aunque no siempre el diseño ha sido una prioridad.

Si viajamos en el tiempo hasta la Europa Medieval, mucho antes de que la calefacción y el aire acondicionado fueran ni siquiera una idea, se comienza entonces a utilizar lo que podría ser la primera cortina propiamente dicha, aunque entonces su principal cometido era proteger del frío. Los castillos tenían ventanas sin cristal, y los tejidos, a menudo tapices y telas pesadas, eran una buena forma de evitar las corrientes de aire y que bajara más la temperatura en las distintas estancias.

Con el perfeccionamiento de la fabricación del vidrio, en el siglo XIII, este material se convirtió en la mejor opción para cubrir las ventanas en los siglos siguientes. Así entramos en el Renacimiento cuando, mejorado el problema del aislamiento, las cortinas cobran un nuevo sentido. Se convierten en un adorno y los tejidos de Oriente adornan los palacios de la nobleza. Las telas empiezan a incluir imágenes, como motivos vegetales y dibujos geométricos, y al tiempo, con la popularización de los cristales en las ventanas, se convierten en un elemento que aporta intimidad al hogar.

Es en la época Barroca, siglo XVII, cuando más se desarrolla la cortina como elemento decorativo, y lo hace muy vinculada a una arquitectura en la que los elementos se utilizan con más libertad, y los avances técnicos permiten ventanales cada vez más amplios. Es en Francia donde evoluciona y se hace más sofisticada, con diseños más elaborados y como un elemento de ostentación en un mundo de ostentación.

La popularización de la cortina llegó con la producción textil en masa que posibilitó la revolución industrial y el desarrollo de la maquinaria. Artículos hechos a mano reservados para los más ricos y productos elaborados en los propios hogares dejan paso a telas para el hogar que son ya accesibles a las clases medias emergentes, que ven cómo las cortinas les ofrecen un elemento de decoración y les da intimidad en un momento en el que la población de las ciudades no deja de crecer.

Y así hasta nuestros días, en los que las cortinas se han convertido en un elemento indispensable para dotar de personalidad propia nuestros hogares. Existen gran variedad de materiales y posibilidades, dan respuesta a nuestras necesidades y son un elemento decorativo de gran peso dentro del diseño de interiores.

Comentarios